Hemos charlado con Marcin Szczygielski sobre su libro El arca del tiempo (Báltica Editorial) y la importancia de hablar a los jóvenes de la historia.

¿Por qué te has decidido a escribir un libro para jóvenes sobre la historia del gueto de Varsovia?

Mi editorial, Latarnik, reeditó hace un par de años una novela autobiográfica de la escritora polaca Krystyna Żywulska  en la que la autora habla de su vida en el gueto de Varsovia. Cuando ese estupendo libro salió al mercado me di cuenta del poco interés que despertaba la historia del gueto de Varsovia y el Holocausto en la sociedad polaca. En una feria de libro vi que muchas personas cogían la novela en la mano y después de leer el texto de la contracubierta, lo devolvían enseguida con estas palabra: ”Vaya, qué triste”. Entonces pensé que hacía falta encontrar una forma nueva de hablar de aquellos acontecimientos para mantener viva su memoria, y poder llegar, sobre todo, al público joven. Mi novela no es un compendio de información sobre la trágica historia del gueto. Más bien se trata de una descripción de los acontecimientos que tuvieron lugar en la Varsovia ocupada, además vista desde la estrecha perspectiva de un niño, que ni siquiera sospecha que el destino lo ha arrojado en medio de una fábrica de muerte. Le di la forma de una novela de aventuras con elementos de ciencia ficción para que los jóvenes se interesen por la historia del gueto de Varsovia y se animen a investigarlo luego por su cuenta.

¿Cómo surge la idea de El arca del tiempo? ¿Existió de verdad un niño que se llamaba Rafał como el protagonista de tu novela?

La idea de escribir El arca del tiempo se me ocurrió gracias a Stefania Grodzieńska, una bailarina y actriz cómica polaca que vivió en el gueto de Varsovia. Fue ella la que me contó la historia de un niño judío, a quien intentaron sin éxito aclarar el pelo para que “se pareciera” a un niño ario. Stefania ayudaba a los niños en el gueto y tenía que sacar fuera de los muros del barrio precisamente a ese chico pelirrojo y llevarlo a un escondite en la parte aria de la ciudad. En el libro la llamé Stella y su viaje con Rafał por la Varsovia ocupada es la transcripción casi literal de lo que había vivido. Otras aventuras de Rafał descritas en el libro son  el resultado de mi imaginación, aunque inspiradas por los relatos que hicieron los niños del gueto ya después de la guerra.

Entonces, ¿cuánto hay en el libro de verdad y cuánto de ficción?

Lo verdadero en El arca del tiempo es la descripción de la vida en el gueto y en la Varsovia ocupada por los nazis; en cambio la historia sobre la construcción de un arca por los pequeños fugitivos, con la que pretenden huir de la ciudad, es fruto de mi imaginación. Por supuesto, también la máquina del tiempo que el protagonista, Rafał, encuentra en el zoo de Varsovia, así como su expedición al futuro. Pero la imagen del zoo de Varsovia, en el que se escondían muchos judíos, es fiel; así era ese lugar entonces y es verdad que para los huidos del gueto el zoo era uno de los escondites más importantes en Varsovia.

¿Cómo ha sido el trabajo en el libro? ¿Tuviste que documentarte mucho para escribir El arca del tiempo?

Estudié de forma muy pormenorizada la topografía del gueto de Varsovia, leí cientos si no miles de relatos y memorias de sus antiguos habitantes, vi fotografías y documentales; la necesidad de conocer ese lugar y de comprender lo que realmente era se convirtió en una obsesión para mí. Casi todos los detalles que tienen que ver con el gueto de Varsovia y están descritos en El arca del tiempo —las calles, los edificios, las tiendas, los restaurantes, las casas, incluso los objetos de uso diario, así como la comida y la ropa— son verdaderos. Me preocupaba mucho no equivocarme, no cometer ningún error y por eso le pedí a la profesora Barbara Engelking (directora del Centro de Investigación sobre el Holocausto en la Academia de Ciencias Polaca) que revisara mi texto. Barbara Engelking es una de las mayores especialistas en la historia del gueto de Varsovia en el mundo. Me llevé una gran alegría cuando me dijo que no había encontrado errores en mi novela y, además, dedicó una estupenda crítica al libro, y permitió su publicación en la contracubierta.

Es evidente que crees que a los niños hay que hablarles de las experiencias traumáticas y tristes, ¿por qué?

Porque forman parte de nuestra vida y no es posible huir de ellos. Conocerlos es indispensable en el proceso de formación del ser humano, parte del proceso educativo. Los jóvenes los conocerán antes o después, aunque sea por medio de internet. Por lo tanto es importante que reciban estos conocimientos de forma inteligente, controlada.

¿Eso quiere decir que se les puede hablar de todo?

A los niños se les puede hablar de todo, pero hay que hacerlo de modo correcto y en momentos adecuados, propios para la época de vida en la que se encuentran. Con todo, no creo que, pongamos por ejemplo, a un niño de seis años no se le deba hablar del Holocausto y a uno de ocho sí. Todo depende del caso concreto, porque cada persona se desarrolla de modo diferente.

El final de El arca del tiempo no es triste, los protagonistas de tu novela sobreviven. ¿Por qué te has decidido precisamente por ese final?

Quería que el libro no resultara traumático para los jóvenes lectores. No es un libro de texto de historia, sino una novela y el lector conoce a través de ella tan solo un pequeño fragmento de aquellos acontecimientos, descrito desde el punto de vista de una de las millones de víctimas. Si el protagonista y sus amigos muriesen, la historia quedaría cerrada, y no quería que fuera así. Al escribir El arca del tiempo tenía la esperanza de que su lectura incitara a los jóvenes lectores a buscar información sobre aquellos tiempos y acontecimientos, que les estimulara a hacer preguntas.

¿Qué acogida ha tenido el libro hasta ahora?

La primera edición extranjera del libro salió en Alemania con una tirada de 5.000 ejemplares y se distribuyó también en Austria y Suiza. Luego salió una segunda edición en tapa blanda. La novela fue muy bien recibida, hubo grandes reseñas en los principales diarios alemanes: Die Welt, Die Zeit y Berliner Zeitung. En Polonia la literatura infantil y juvenil sigue siendo más bien algo marginal. Los medios serios o “adultos” no se ocupan de ella, la tratan como algo sin importancia. Cuando la editorial alemana me envío las críticas, no salía de mi asombro. Luego llegaron las distinciones y los premios, entre ellos el más importante, el título del mejor libro del año para los niños de entre 10 y 13 años, concedido por los mismos lectores. Hace poco El arca del tiempo se publicó también en Ucrania. Y, ya dentro de nada, sale también la edición rusa del libro, editada por la editorial moscovita Text. De todos modos, con lo que más disfruto es con los encuentros con los jóvenes lectores de Alemania, Austria y Ucrania. Ya han sido muchos y casi en todos ellos los niños no dejan de sorprenderme, por un lado, por la cantidad de preguntas que tienen y lo acertadas que son y, por otro, por el auténtico interés que muestran por aquellos acontecimientos.